(Del griego <`:@H, nomos, que originariamente se relacionaba con németai,
algo que es repartido o distribuido equitativamente, y que presupone un
sujeto que reparte o distribuye). Primitivamente, significaba reparto
equitativo. Posteriormente, este término vino a significar ley, usos,
costumbres o normas, dispensadas a partir de alguna entidad (que puede ser cada
pueblo, el estado o los dioses) que las legitima o les confiere sentido.
Por <`:@H entendían
fundamentalmente:
- los usos y costumbres basados en creencias tradicionales y convencionales sobre lo que es justo, y
- las leyes aprobadas, que elevan aquellos usos y costumbres a la categoría de obligaciones, vigiladas por la autoridad del Estado. De esta manera, señalaban que el origen y el fundamento de toda ley no era más que una serie de costumbres o usos originados por mera convención, o por la conveniencia de grupos sociales que se habían impuesto sobre los demás. (Concepción que enlazaba con la del contrato social como origen de la sociedad).
Para
los sofistas, y especialmente para Trasímaco, Calicles y Antifonte, el nómos tiraniza al hombre y, muchas veces, le obliga a actuar
contra la naturaleza (contra la physis), de los otros hombres y contra
la propia naturaleza. Al nómos o leyes convencionales oponen el único
derecho verdadero, el que tiene como fundamento la propia naturaleza. No
obstante, no todos los sofistas estaban en contra de la aceptación y legitimación
del nómos pues Protágoras y Critias, por ejemplo, sustentaban una concepción del progreso de la humanidad
basada en la necesidad de las leyes para sacar a la humanidad primitiva de la
barbarie y convertirla en civilizada.
Sócrates y Platón, en cambio, vuelven a considerar la existencia de una
fundamentación de las leyes, más allá de la mera convención. Platón considera
que, si bien es cierto que las leyes son producto de la mente humana, también
la misma physis, en cuanto producto del demiurgo
divino, tiene su fundamento en un
«dispensador» y, por tanto, sigue teniendo carácter de nómos. A partir
de Aristóteles se vuelve a considerar la diferencia entre el derecho de origen natural y
el derecho positivo o instituido por el hombre, y se señala que éste no debe
atentar contra aquél. Posteriormente la tradición iusnaturalista insistirá
en el fundamento natural de las leyes.
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Diccionario de
filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A.,
Barcelona.
Prof.
Lic. Claudio Andrés Godoy
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